Comenzó de repente. Luego, oscuridad. Al principio pensé que sería un fallo local. Pero en cuestión de minutos quedó claro: era algo mucho más grande. Toda España se vio afectada. Incluso partes de Portugal y el sur de Francia sintieron el impacto. Las pantallas se apagaron. Las calles se llenaron de personas confundidas. Los semáforos dejaron de funcionar. Los teléfonos no respondían. Recuerdo caminar por la ciudad en un silencio inquietante. Sin señal, sin actualizaciones. Solo desconexión.
En momentos así, la especulación se propaga rápido: ataques terroristas, ciberataques, teorías de conspiración. Pero la verdad era más simple y, quizás, más alarmante: fue un fallo sistémico. Un recordatorio de que incluso los sistemas energéticos modernos son profundamente vulnerables.
¿Qué ocurrió exactamente?
Aunque las investigaciones siguen en curso, ahora sabemos que el apagón fue provocado por una cascada de fallos en toda la red eléctrica europea. No fue una avería puntual, sino una reacción en cadena que superó la capacidad del sistema para autorregularse.
Según los primeros análisis, el apagón del 28 de abril se debió a una secuencia extremadamente rápida y compleja: dos fallos consecutivos, una desconexión de la red europea en menos de cinco segundos, y una pérdida repentina de hasta 15 GW de generación, más del 50% de la demanda en ese momento. La frecuencia cayó por debajo de los 49.5 Hz, lo que activó protecciones automáticas que aislaron la Península Ibérica.
A pesar de la magnitud, Red Eléctrica y otros operadores actuaron con rapidez, restableciendo el suministro eléctrico al 99.95% de los usuarios en menos de 12 horas. Parámetros clave del sistema como la firmeza, las reservas y la inercia fueron gestionados con precisión por profesionales capacitados.
No es la primera vez que ocurre un tipo de interrupción similar:
- 8 de enero de 2021: Una perturbación dividió la red europea en dos, cortando temporalmente el suministro a millones.
- 4 de noviembre de 2006: Un corte mal gestionado en Alemania provocó un fallo en cascada en varios países.
- 28 de septiembre de 2003: Una línea que tocó un árbol provocó sobrecargas que dejaron sin electricidad a 50 millones de personas en Italia y Suiza.
¿La lección? Nuestro sistema energético es interconectado, complejo y frágil. Cuando una parte falla, el impacto se propaga rápidamente.
¿Debemos culpar a las energías renovables?
Cada vez que se va la luz, hay quienes culpan rápidamente a las renovables. “El sol no siempre brilla”, dicen. “El viento no siempre sopla”. Sí, las renovables son variables. Pero gracias a la tecnología moderna (almacenamiento, redes inteligentes, algoritmos predictivos) podemos gestionar esa variabilidad.
Y lo más importante: la mayoría de los grandes apagones han ocurrido en sistemas dominados por combustibles fósiles. El verdadero problema es este: nuestra infraestructura energética heredada no fue diseñada para las necesidades actuales. Es rígida, centralizada y pensada para un flujo unidireccional.
Como señaló el Profesor Keith Bell e la Institution of Engineering and Technology del Reino Unido: «Eventos de esta magnitud han ocurrido en muchos sistemas eléctricos, ya sean de combustibles fósiles, nucleares, hidroeléctricos o de renovables variables. No se trata del origen de la energía. Se trata de si el sistema está diseñado para ser resiliente.»
Culpar a las renovables no solo es erróneo, sino que retrasa el trabajo real. Y ese trabajo es urgente.
Lo que este apagón nos enseña como ecosistema de Climate Tech
Por paradójico que suene, crisis como esta pueden ser puntos de inflexión positivos si sabemos interpretarlas. El apagón del 28 de abril no fue solo un error técnico. Fue una señal.
Desde Ship2B Ventures, vemos tres prioridades urgentes para el ecosistema Climate Tech:
- 1. La energía es un sistema, no un silo.
La resiliencia depende de la interacción entre generación, almacenamiento, distribución y demanda. Eso implica soluciones integradas: desde software para la red y la interoperabilidad de datos hasta herramientas de hardware y de gestión del comportamiento de la demanda.
- 2. La visibilidad de datos es la nueva columna vertebral.
Faltó transparencia en tiempo real. Necesitamos herramientas robustas de diagnóstico y previsión, especialmente en los extremos de la red. Así como rastreamos flotas o finanzas, ahora debemos rastrear la energía con precisión.
- 3. La resiliencia debe diseñarse desde el principio.
Debemos anticipar el fallo y diseñar para la recuperación. Eso requiere innovación y planificación intencional.
También debemos enfocarnos en tecnologías que fortalezcan la firmeza y flexibilidad del sistema, como:
- Almacenamiento de energía de larga duración (por ejemplo, baterías de hierro-aire para más de 100 horas)
- Almacenamiento térmico de alta temperatura (sal fundida, ladrillos refractarios)
- Baterías de ion-litio de respuesta rápida
- Herramientas avanzadas de gestión de la demanda
Y soluciones que proporcionen inercia limpia y estructural:
- Convertidores con capacidad de formación de red (grid-forming)
- Condensadores síncronos
- Baterías con respuesta en frecuencia que ofrezcan inercia sintética
Por último, no olvidemos el papel continuo de la generación síncrona, hidroeléctrica, nuclear y posiblemente plantas de gas reconvertidas como anclas esenciales de estabilidad de la red.
El rol del capital de impacto: invertir donde más importa
El reto es inmenso. Pero también lo es la oportunidad. Debemos acelerar el camino del laboratorio al mercado para startups que están construyendo la infraestructura energética del mañana. En Ship2B Ventures, creemos que el capital de impacto debe fluir hacia donde crea más valor: resolver problemas sistémicos con innovación con propósito.
Eso significa apoyar:
- Solar fotovoltaica a escala industrial y distribuida, una de las principales soluciones de Drawdown para descarbonizar rápidamente.
- Energía eólica, especialmente la eólica marina, para una generación renovable a gran escala y constante.
- Almacenamiento de energía a escala de red, incluyendo formatos emergentes como baterías de flujo.
- Soluciones avanzadas de transmisión para reducir pérdidas en la red e integrar renovables con mayor eficiencia.
- Inversores inteligentes y convertidores formadores de red para estabilizar sistemas energéticos descentralizados.
- Plataformas de software para balanceo de carga energética y mantenimiento predictivo.
- Plataformas de energía distribuida para comunidades desatendidas.
- Sistemas de computación en el borde que anticipen fallos en la red.
La transición energética necesita velocidad, pero también dirección. El capital de impacto ayuda a asegurar que no solo avancemos rápido, sino que lo hagamos con sabiduría.
El apagón fue una llamada de atención. Pero también una invitación: a actuar, a colaborar y a construir el futuro energético resiliente, inteligente y descentralizado que todos necesitamos.